Lunes 24 de enero de 2005 | Actualizado 13:06 hs (hace 2 horas 47 minutos)
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La historia de un duelo muy especial
Son la punta de lanza de una generación dorada para el tenis argentino. Ya desde chicos, cuando dejaban su huella en cada campeonato regional, provincial o nacional, Guillermo Coria y David Nalbandian sabían que estaban signados para las grandes hazañas. Las fueron construyendo de a poco. De ayer a hoy. Desde aquel viaje a Nagoya, Japón, en 1996, que los consagró campeones mundiales a los 14 años, representando a la Argentina, a este cruce en la noche de hoy de nuestro país, la primera vez que se verán cara a cara por un torneo de Grand Slam y la quinta vez que se medirán en el circuito profesional.
Nalbandian, 9° favorito, llegó por tercer año consecutivo a los octavos de final del Abierto de Australia al superar al chileno Fernando González por 6-7 (1-7), 7-5, 6-2 y 6-3 y certificar que en los grandes certámenes rinde a pleno. El cordobés puso sobre el tapete una fortaleza anímica para definir el pleito a partir del momento que él consideró propicio. Iba ganando el primer set por 5-3 y, en un abrir y cerrar de ojos quedó 7-6 y 3-0 abajo. Fue cuando se dispuso a desequilibrar al chileno, que ya no pudo controlar a Nalbandian con la potencia de su saque o el poder del drive. De a poco, el cordobés encerró en la trampa a un González que le costó manejar el partido en ventaja. Y así cambió el rumbo y supo que el partido con Coria era un hecho.
"Con Nalbandian son clásicos. Ya jugamos varias veces, siempre salen partidos un poco cerrados, pero voy a tener que jugar como contra Ferrero, metiendo y moviéndolo. Lo más importante es que ya hay un argentino en cuartos de final", dijo Coria.
Para el cordobés, "será un partido más, pero duro. Es un octavo de final de un Grand Slam y los dos vamos a salir con las mismas ganas. Si bien es distinto jugar con alguien al que se conoce más que a otros, las ventajas y desventajas son exactamente las mismas para ambos".
La vida los cruzó por primera vez en un torneo nacional en Esperanza, allá por 1989. Cada uno, acompañado por sus familias, representando las diferentes regiones del país. Y tanto insistieron que, en 1996, cuando la Asociación Argentina de Tenis puso otra vez en marcha la Escuela Nacional, Guille y el ****** se clasificaron para formar parte del programa.
Salió el citado viaje a Nagoya y fueron campeones mundiales; en 1997, Coria ganó el Orange Bowl; en 1998, Nalbandian obtuvo el US Open; un año más tarde, en junio, Guillermo derrotó a David en la final juvenil de Roland Garros; un mes más tarde, los dos obtuvieron el título de dobles en Wimbledon. Coria pegó el salto e irrumpió en el mundo grande del tenis con el desparpajo que mostraba como juvenil; sufrió un golpe durísimo al sufrir una sanción por doping por ingerir un compuesto vitamínico contaminado, casi al mismo tiempo en el que Nalbandian, más retrasado en su inserción profesional, desembarcaba en el circuito.
Ya en 2002, Nalbandian mostró toda su pasta al convertirse en el primer argentino en llegar a la final de Wimbledon, en la que cayó ante Hewitt, el australiano que ahora acecha por el mismo lado del cuadro. Una temporada después, fueron los primeros argentinos en terminar entre los diez primeros después de Guillermo Vilas y José Luis Clerc.
En 2004 repitieron la historia. Jugaron juntos, en Marruecos, por primera vez, la Copa Davis. Fueron los dos Galácticos que, junto con Gastón Gaudio, finalmente rey de Roland Garros, cautivaron a París.
Coria y Nalbandian, Nalbandian y Coria. Nunca se habían visto la cara en ninguno de los cuatro certámenes más importantes del mundo. Pero la hora tenía que llegar. El clásico vivió en Melbourne un capítulo más que especial. El de dos talentos que soñaron con este destino. Desde hace quince años. De ayer a hoy.
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